Hablar de mi madre, más que hermoso y romántico, es fantástico. Mi formación con ella fue una de las experiencias más completas, pues gracias a ella hoy puedo contarte esta historia siendo Mundus Artis.
Empezaré contándote que de niña mi madre tuvo un colegio nido, donde pude ver el hermoso trabajo que hacía al formar a pequeños seres, enseñándoles experiencias, criterio, emociones y todo jugando. Yo tendría cerca de nueve años, y ver a mi madre haciendo feliz a los niños quedó marcado en mí.
Al año siguiente tuve el placer de vivir con mi segunda madre, una mujer espectacular, se encargaba de promover una educación a temprana edad basada en experiencias al lado de la madre. Disfruté de cerca esos momentos en una provincia hermosa llamada Concepción, fui muy feliz.
Podría hablarte más de cada una de ellas, pues hay mucho que agradecer y recordar con alegría, pero tengamos en cuenta que Mundus Artis somos varios y pues hay más madres de quienes contarte.
Esta mujer, madre también, es la más comprensiva y amorosa. Es quien siempre nos da un abrazo, todos los días nos habla sólo para escuchar nuestra voz. Es quien confía y quien nos da coraje para seguir adelante. Es quien no te juzga solo te quiere.
“Yo creo que mi madre lo es todo, pero tener más de una, es una bendición”
Y cómo no tener Mundus Artis, si con mis madres extraordinarias estaba ya escrito quienes seríamos, dar educación, dar amor, dar experiencias, es algo que nos dieron y ahora queremos devolverlo en aquellos niños en formación.
Ver a nuestros alumnos saltar, gritar, participar con ánimo, es lo que nos impulsa a seguir creciendo, seguir mejorando y seguir preparándonos para dar lo mejor.
No sé qué sería de nosotros sin nuestras madres, no se dónde estaríamos o a qué nos hubiéramos dedicado. Lo que sí sé es que estamos llenos de este sentimiento que nos dieron y tenemos muchas ganas de impartirlo con más personas.
Quizás suena muy común escuchar decir “yo me alegro de sus logros” pero es la verdad. Hay una alegría, una satisfacción, una emoción, ver a cada uno de nuestros alumnos como a nosotros cuando éramos niños; nos hace muy felices ver cómo aprenden y van desechando temores.
Cada uno de nuestros participantes en los talleres, fue y es ahora nuestro hijo a quienes queremos ver crecer seguros, felices y sin prejuicios. Nos hace tan feliz conocerlos y que nos hagan parte de un pedacito de su vida, que sabemos nunca lo olvidarán.
Hoy quiero solo gritar muy fuerte y a los cuatro vientos “gracias mamá, muchas gracias” Dios te siga bendiciendo cada día. Feliz día.